viernes, 19 de julio de 2013

Conejo guardian: Encuentro con el visitante de Lunaria ~primera parte

Empieza a hacer frío. La tierra se cubre de blanco y me recuerda al jardín de mi antiguo lugar de descanso en la Luna.

"You bring the wrong Alice!"

A lo lejos, el sonido de un tren acercándose, iniciaba el día. Se levanta el sol, y pasa el tiempo. Y las tardes se volvían aburridas para todos. Se habían vuelto rutina las mañanas tranquilas. En silencio llegaba el mediodía y solo algunos humanos pasaban a visitarlo. Un ente realmente solitario no debe mezclarse con la rutina. Se vuelve frío e indeciso. Impredecible incluso para las divinidades del templo que ahora conocía.
De nuevo el tren se hace sentir. Con paso ligero y un sonido extraño para la naturaleza del lugar. Ahora existía en el viento. Y la tierra lo sentía. Pero a él no le llamaba la atención.
Un humo se extendía. Era la campana de aquel intruso. El único que era bien recibido en su colina, y es que el resto ya eran como parte de su círculo. Los lazos habían creado una realidad familiar, algo que entenderían muy bien con el paso del tiempo.
Una sonrisa en el rostro de su amigo le decía que traía algo entretenido entre manos. Pero no imaginaba qué.

-Una simple tarea -exclamó, mirando hacia el bosque- ... incluso alguien tan competente podría encontrar dificultades con ella... -buscaba terminar de forma concreta la petición sin sonar aburrido- ... este mundo... no!... su mundo necesita ayuda, tal vez sea buena idea que la visites y hables un poco con esta persona... ¿Lo harías?

Aunque dudó en aceptar, lo hizo. Necesitaba algo en que ocupar su mente. Algo que le hiciera olvidar su extraña depresión.
Bajó hasta el bosque para dirigirse al pueblo y encontrar a esta joven de la que le hablaba la Ardilla, simplemente pensando que hablar era una tarea sencilla.
En el camino encontró al Lobo, quien le recordó que en cuatro días habría luna llena y qué estaría bien reunirse para conversar. Siempre lo hacían desde su encuentro. Luego continuó con su caminata hasta el pueblo.
Cuando llegó, la gente lo observaba de manera extraña. Se preguntaba que sucedía, pero nadie le decía. Corrió hasta un puesto de venta de comida y se quedó un rato ahí, a esperar.
Tan solo unos escasos minutos pasaron, y una mano en su hombro le hizo dar vuelta.
"Esperaba tu llegada" pronunció. Y aquella persona encapuchada se sentaba junto al lunarian.
Hablaron un rato, pero aún no sabía quién era. Su aura le resultaba familiar.

-¿Es cierto que vives en la colina, cerca de aquel pozo olvidado? -preguntó mirando hacia otro lado.
-Así es, me gusta ese lugar, por alguna razón.
-Yo no hace mucho desperté aquí, y no recuerdo ... -se detuvo un rato, suspiró y continuó-... yo no recuerdo cómo llegué, ni de donde vengo. Una amiga me trajo a la aldea. Pero tenía una cosa en mente, y es llegar hasta esa colina, pero por los peligros del bosque, no me he atrevido a ir.

Pensó que hablaría de la Ardilla, sin embargo se refirió a su salvador como una mujer.
La extraña le mostró un papel. Unos planos.
No tenían sentido hasta que vio algo que le parecía familiar. Un mar. Una ciudad.
No le explicó nada, sin embargo conocía aquellos planos. Los puntos marcados. Una melodía sonaba en su cabeza. Recuerdos que ignoraba. Sucesos que nunca pasaron pero que igual recordaba. La melodía de una caja musical. Tan profunda, tan verdadera que le obligaban a mostrarse tal cual era. No podía controlarlo.
La muchacha lo miraba confundida.

-Quiero quedarme. Mi misión es... -luego se desmayó.

Continuará...



Volviendo a ser yo. Solitario y misterioso~
Las cosas que van y vienen y que nos gustaría que se queden, siempre nos dejan un gusto amargo.
Imaginar, planear, recrear.
"No te rindas". "Esfuerzate". Estoy harto de esas palabras. Sobretodo cuando tus metas siempre tienen trabas exageradamente difíciles de superar. Cuando a la sociedad no le importa si progresás o te caés en un pozo. Y sobretodo cuando a la gente que nos importa que se interese, y les mostrás interés desmedido, les importa un absolutamente nada.
Pero luego si hay que abrirles los brazos cuando fallan. Y muchos ruegan porque eso pase. 
Y no es mi caso. Yo enlazo mis palabras para que a todos les vaya bien. Mi felicidad es compartida, y no porque no sea egoísta. Sino porque generar felicidad es mucho más interesante, pero también terriblemente agotador. 
Interesante, porque es como una máquina que cuando se pone en marcha, beneficia a todos.
Agotador, solo cuando no hay reciprocidad, y es cuando el camino se vuelve frío, espinoso. 
Y es peligroso andar por este sendero, porque no es el cuerpo el que se lastima, sino el alma. La psiquis. Como le quieran llamar. Aquello que nos define y nos hace actuar.
¿Creen que quiero ser interesante? ¿Que quiero aplausos por escribir lo que otros piensan? Es errado. 
La liberación de los sentimientos que se acumulan en mi cuerpo, en forma de palabras hace que no llegue al límite.
Porque no puedo decirlo. Solo escribirlo~