martes, 5 de noviembre de 2013

Historias que he de olvidar~ #5

Historia perdida V: Locura o realidad~

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¿Cómo podrían estar relacionadas una Reina y una mujer de clase media?
En un reino temido, una mujer lleva la corona sobre su cabeza. Se le conoce como la más cruel monarca de los siete reinos. Nadie se había atrevido a contradecirle en años. Hasta cierto día. 
El cielo que oscurecía y la brisa fresca anunciaban una tormenta en plena tarde. 
Las puertas del castillo se abrieron como por arte de magia y no podía ser detenida, aquella corriente que desde el cielo provenía.
El viento juntó hojas y flores del jardín. Arremolinadas en el gran salón, y medio del gran show, un viejo apareció. 
-Tu actitud mi señora, cambiadla antes del amanecer, o será demasiado tarde -exclamó-... a fin de cuentas, todos buscáis la salvación -concluyó.
La gente solo se quedó observando tal acto. Atónitos y preocupados. La reina no creía en la magia. ¿Qué proclamaría ahora aquel anciano de enmarañada barba?

-Es solo una fantasía querida, presta atención a la sesión, o no podré ayudarte -mucha gente observaba a la mujer, atada a la silla y vestida con un camisón blanco.
-Estás aquí, ¿Verdad? Quién es esta reina de la que hablas? -la mujer parecía ida. Y lloraba, gritando "la reina es malvada, porque su dios la manda y en su niñez la ayudaba".

La reina no pretendía dejar que el anciano se saliera con la suya. Nadie le daba órdenes. Nadie.
-Quiero su lengua cortada, y su corazón en una estaca! -grito furiosa.
A lo que el anciano replicó -¿Acaso no viste a las personas en el salón? ¿Negarás tal situación? Tu alma no tendrá perdón!
Sabía bien de qué hablaba. Había visto a esas personas, cuando dormía, o cuando se sentía cansada. 

-No deberías dejar que te controle una alucinación, es producto de tu mente. Ahora respira profundo -los doctores en el salón intentaban mantenerla quieta. La mujer recostada ahora en una camilla.
-Yo... yo no he hecho nada! -replicaba la joven- nadie entiende... no lo hacen.

Entonces los guardias intentaron atrapar al viejo, y se quedaron con su túnica, pero su cuerpo ahora hecho de hojas y flores, tenía una mirada acusadora y la señalaba fijo. Se oyó la voz de aquel hombre por todo el lugar, por última vez.
-Estás condenando a una mujer libre... cambia, o lo cambiarán por tí! 
Y la estatua se deshacía, dejando el desorden en el piso del salón. 
La reina intuyó un peligro en su hacer. Pero no habló del tema en mucho tiempo. Sin embargo sabía que no sería el fin de sus extraños sueños. Al menos intentaría entenderlos.

-¿Ya lo ves? Creo que al fin he podido contener tu enfermedad. Tal vez ya es hora de recobrar tu vida, y tu familia te espera. No deberías dejar la medicación bajo ningún aspecto. 
-Soy consciente de ello... -la mujer, ahora de cabello largo, aún escuchaba su voz, pero era inteligente y no hablaría de ello con los que no lo entenderían. 
Caminó por un pasillo hasta un gran salón, donde aún se escuchaba el eco de un viejo augurio. Y su rostro se transformó. Una gran sonrisa en su rostro y la mirada perdida. 

Un mundo que protege al otro. Una visión del pasado que cambia el futuro y se alimenta de este vínculo. Ninguno es real, y sin embargo ellas no lo saben, y por eso continúan existiendo.
El tiempo es irrelevante cuando no se vive, pero corre igual en ambos lugares. Por eso se consigue percibir esto y aquello.


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Sueño más delirante he tenido. Es imposible narrar los cambios de estado y tiempo, sin que parezca un montón de oraciones confusas.
Ah~ no importa, prefiero recordarlo así.