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En algún lugar, una vez existió un hombre, que sin conocer su destino, quería enamorarse. Una joven prometedora y hermosa, que viajaba entre ciudades debido a su trabajo, apareció en su historia. Fue así como se conocieron. Sin advertencias y sin intuiciones, nada más que su corazón latiendo fuerte y su mente alterada y descontrolada, le habló y le prometió acompañarla por siempre.
Un desconocido invitándola a salir, era bien parecido y tenía ese aire de buena persona. Pero la muchacha tenía otras cosas en mente, no podía salir con él. El hombre desesperado, intentó persuadirla, sin conseguir nada más que un "tal vez más adelante". Su corazón no sufrió, pues creía en su próxima oportunidad. Había aprendido sobre algo que no conocía. El amor que tanto esperó.
Intentó agradecerle, pero ella lo evitaba. Supuso tal vez, que él no agradaba a la muchacha. Sin embargo, en su código, no existía la posibilidad de rendirse. Y nunca se lo preguntó directamente.
Un tiempo pasó, y solo habían intercambiado esas escasas palabras. Luego fueron solo mensajes, pero nunca más la cruzó. Su pecho se sentía vacío. Algo le habían quitado.
Tarde en la noche, luego de haber meditado todo el día, sin haberse percatado de las horas que pasaron, pensó que no tenía sentido continuar solo. Su rostro se llenó de lágrimas que no comprendió. Mil historias imaginó. Él siempre era el protagonista y ella su amada. Terminaban juntos, y luego despertaba. ¿Cómo se vive con el amor despreciado? ¿Cómo se vive sin ese ser amado? No encontró respuestas a esas preguntas, pues la soledad le acompañaba y no le dejaba tranquilo.
Tres años pasaron y muchas cosas sucedieron. La joven había salido con varias personas y lamentaba no haber encontrado una persona especial en tanto tiempo. Ya estaba cansada de los cretinos que se acercaban a ella para estar solo una vez.
Un día, tras volver del trabajo, se encontró en aquella ciudad. Y recordó visitar a su amigo. Aquel desconocido que una vez se le confesó sin conocerla, solo por un presentimiento. El de estar predestinados. Sonrió al recordarlo, pero se alegró de volverlo a ver, ya que hacía un tiempo no le escribía.
Fue a la casa de aquel hombre, y en su lugar, le abrió una mujer, más joven, igual de bella. Al preguntarle por su amigo, la muchacha le respondió que su hermano había fallecido hacía unas semanas. Había estado muy deprimido, y nunca nadie supo porque. "Era extraño porque siempre estaba alegre" -le comentó- "al menos hasta hace unos años" -que algo lo había cambiado. Cuando se interesó por saber quién preguntaba, se sorprendió, al ver que el nombre de la mujer era el mismo que estaba en el sobre que había en un cuadro.
Decidió dárselo porque así se lo habían ordenado. Y luego se fue.
Una carta y una llave. Eso contenía aquel sobre. En la carta le decía:
-Lamento romper mi promesa, parece que no podré acompañarte por siempre. No fui lo suficientemente fuerte para esperar. Querída Amalia, fuiste la luz en una época oscura. Me encantaba mirar al cielo en la noche, para observar las estrellas. Hermosas y brillantes como tú, pero igual de inalcanzables.-
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Y ese fue el final de aquella normal historia. Una olvidada. Una soñada. Quizás algún día sueñe algo alegre, y cuando despierte lo plasme en el blog también. O quizás algún día sueñe para siempre. A quién le importa anyway.
Esta no es una entrada ordinaria. Solo algo que tal vez suceda sin previo aviso. Ni todas las semanas, ni todo el año. Porque no me pareció mala ni buena, solo, extraña, probablemente influenciada por tantas tonterías en facebook, a saber, mis sueños no siempre son especiales, a veces también son normales. Tengo más para escribir, pero no quiero que el blog se vuelva sombrío.
Y para los curiosos, que ni se deben haber dado cuenta, la llave representaba ese "tal vez" que le prometieron. Una oportunidad que fue devuelta para pueda ser usada por alguien más. Porque los muertos no son dueños de nada, algo que los vivos no logran entender.
Be random, be free. Bye~
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